¿Por qué creamos lo que creamos?

Identidad, práctica y la íntima simbiosis entre el creador y su obra. Hay una pregunta que todo creativo se hace en algún momento...

CÁPSULA

Melina

12/19/20253 min leer

¿Por qué creo exactamente esto?
¿Por qué estas formas y no otras?
¿Por qué estos temas, estos colores, estas palabras, estas preguntas?

La respuesta corta es incómoda y hermosa a la vez:
porque crear no es solo producir algo hacia afuera, es practicar una forma de ser.

"Nos convertimos en aquello que practicamos".

Y esto no es una frase bonita: es una verdad psicológica, neurológica y vital.

Crear es practicar una identidad

Cada vez que creamos, entrenamos algo más que una técnica.
Entrenamos una mirada.
Un ritmo interno.
Una manera de relacionarnos con el mundo.

No es inocente lo que hacemos de forma repetida.

  • Si practicamos crear desde la urgencia, entrenamos urgencia.

  • Si practicamos crear desde la exigencia, entrenamos dureza.

  • Si practicamos crear desde la comparación, entrenamos carencia.

  • Si practicamos crear desde la escucha, entrenamos presencia.

  • Si practicamos crear desde la sensibilidad, entrenamos profundidad.

La creación no es neutra: moldea al creador tanto como el creador moldea la obra.

Por eso existe una simbiosis tan fuerte entre quien crea y lo creado.
No porque el proyecto sea la persona, sino porque la persona se está practicando a sí misma mientras crea.

El creador y su creación: una relación viva

Un proyecto creativo no es un objeto inerte.
Es una relación.

Mientras lo desarrollamos:

  • nos enfrentamos a nuestros límites

  • tocamos nuestras inseguridades

  • ponemos en juego nuestra visión

  • lidiamos con nuestra paciencia

  • ensayamos decisiones

  • negociamos con el miedo

  • cultivamos —o no— confianza

Por eso muchos artistas y emprendedores sienten que son su proyecto.
No porque estén confundidos, sino porque el proyecto se convierte en un espejo activo de su identidad en movimiento.

Crear es una forma de autoconstrucción.

¿Creamos desde el ego o desde la fuente?

Aquí aparece una distinción clave.

Hay creaciones que nacen del ego creativo:

  • de la necesidad de validación

  • del miedo a no ser suficiente

  • del deseo de ser visto

  • de la comparación constante

Y hay creaciones que nacen de la fuente creativa:

  • de la energía vital

  • de la curiosidad

  • de la escucha profunda

  • del deseo genuino de expresión

  • de algo que quiere tomar forma

Esto conecta con una frase tan antigua como provocadora:

“El arte es una colaboración entre lo divino y el artista, y cuanto menos hace el artista, mejor.”

No habla de pasividad. Habla de disponibilidad.

Dejar que algo pase a través tuyo no significa no hacer nada, significa no interferir más de lo necesario.

Cuando el ego intenta controlar demasiado, la obra se tensa.
Cuando el creador escucha, la obra respira.

Creamos lo que necesitamos integrar

Otra verdad incómoda:
no creamos solo lo que sabemos, creamos lo que estamos procesando.

  • Quien crea belleza, muchas veces está ordenando caos.

  • Quien escribe sobre identidad, está buscándose.

  • Quien diseña calma, probablemente la necesita.

  • Quien crea sistemas, busca sentido.

  • Quien acompaña procesos, está aprendiendo a acompañarse.

Esto no invalida la obra.
La vuelve honesta.

El arte, el diseño, los proyectos creativos funcionan como laboratorios de transmutación:
lugares donde la emoción se vuelve forma, donde la confusión se vuelve símbolo, donde lo interno encuentra un lenguaje externo.

Cuando no somos conscientes de esta relación viva entre creador y creación, pueden pasar dos cosas:

  1. Nos fusionamos demasiado
    Si el proyecto va mal, yo voy mal.
    Si el proyecto se frena, yo me freno.
    Si el proyecto no crece, yo no valgo.

  2. Nos vaciamos creando
    Creamos desde la exigencia, no desde la energía vital.
    La obra avanza, pero el creador se apaga.

En ambos casos, la creación deja de ser un espacio de transformación y se convierte en una jaula.

Volvamos al principio: "Nos convertimos en aquello que practicamos".

Entonces la pregunta no es solo qué estás creando, sino desde dónde lo estás creando.

  • ¿Desde la escucha o desde la presión?

  • ¿Desde la presencia o desde la expectativa?

  • ¿Desde la vida o desde el miedo?

Crear puede ser:

  • una forma de autoexigencia

  • o una forma de autoconocimiento

  • una manera de probar valor

  • o una manera de habitar la vida

La diferencia no está en el resultado.
Está en el proceso.

Tal vez no se trate de crear más, ni de crear mejor, ni de crear algo “que funcione”.

Tal vez se trate de crear de una manera que también le cree a uno, pero no desde la herida, sino desde la consciencia.

Porque cuando eso pasa, la creación deja de ser solo producción y se convierte en algo mucho más profundo: un diálogo entre lo que eres, lo que estás siendo y lo que quiere nacer a través tuyo.

Texto escrito por Melina Fernandez