Ramon Llull: El amor como fuente de libertad

El amor según Ramon Llull no es solo un sentimiento, sino una poderosa fuerza que puede iluminar y liberar. A medida que exploramos las profundidades de esta verdad, descubrimos el potencial infinito que el amor nos ofrece en nuestra búsqueda de la creatividad y la libertad. Desde Lumbre, seguimos reflexionando sobre esta idea e invitamos a todos a unirse a nosotros en este viaje de descubrimiento artístico y personal.

CÁPSULA

Melina

9/17/20253 min leer

Ramon Llul, uno de los pensadores más influyentes de su época, es conocido tanto por su contribución a la filosofía como por su intensa exploración del amor como fuerza vital.

El aforismo que aparece en la estatua proviene del Llibre d’Amic e Amat, escrito hacia 1274-1276.
Este libro es una colección de 365 pensamientos breves —uno para cada día del año— que expresan, en forma de diálogo poético, la relación entre el Amic (el Amigo, el alma) y l’Amat (el Amado, que es Dios).

Llull usa el lenguaje del amor cortés (propio de los trovadores) para hablar de mística. Su objetivo era describir cómo el alma se entrega a Dios, no desde el temor, sino desde el amor. El número 295 dice algo así (en catalán medieval):

«Amor és aquella cosa qui los francs met en servitut, e a les seres dona libertat.»

En la espiritualidad luliana, esto significa:

  • “Los francs” → los “francos”, es decir, las almas libres, generosas, de corazón abierto.

  • “Met en servitut” → el amor las pone “en servicio”, las compromete, las hace servidoras de algo más grande que ellas mismas.

  • “A les seres dona llibertat” → y al mismo tiempo, ese amor otorga libertad a los seres.

Para Llull, el amor divino es una fuerza paradójica: te “ata” en el sentido de que orienta tu vida al servicio, pero te “desata” porque libera de egoísmo, miedo o esclavitudes interiores.
La verdadera libertad nace de entregarte por amor.

En su época, este mensaje tenía un tono místico y ético: amar a Dios y al prójimo era el camino a la libertad del alma y a una vida justa. No hablaba solo de sentimientos, sino de una disposición activa: amar significaba servir con alegría.

Ese verso nos recuerda que el amor genuino —ya sea hacia una persona, hacia un proyecto o hacia la belleza— nos “pone al servicio”, nos hace salir de nosotros mismos. Pero, lejos de encadenarnos, nos libera del peso de la autoexigencia o de la búsqueda de validación.
Por eso, crear desde el amor o emprender con propósito no es perder libertad, sino encontrarla.

Llull lo escribió pensando en la entrega espiritual, pero su sabiduría sigue viva en otros terrenos: la creatividad, el emprendimiento, el arte de ofrecer algo propio al mundo.

El amor, entendido no como posesión sino como servicio, es también el motor silencioso de quien crea. Cuando dibujas, escribes, compones o emprendes movida por amor —sin la cadena de la expectativa ni el peso de la recompensa— algo en ti se vuelve más ligero. Dar lo que llevas dentro te libera, y al mismo tiempo libera a quien lo recibe.

Ese gesto transforma la obra en servicio, no en vanidad. Cada vez que eliges compartir tu chispa, tu mirada o tu proyecto, no solo produces un resultado: siembras libertad, para ti y para otros. Así, el acto creativo deja de ser un medio para obtener validación y se convierte en puente entre tu luz interior y el mundo.

El brillo auténtico nace de esa entrega. La frase de Llull recuerda que el resplandor que buscamos fuera ya habita en nosotros, esperando ser compartido. Solo cuando lo ponemos en movimiento, cuando lo ofrecemos, empieza a brillar con fuerza.

Y aquí entra la confianza en tu autoconcepto: tu valor no depende de lo que logres acumular o demostrar, sino de la claridad con la que te reconoces capaz de aportar algo significativo. La libertad de crear empieza en la certeza de que tu chispa tiene sentido por sí misma.

Quizá la próxima vez que estés frente a una idea, un lienzo o un proyecto, puedas preguntarte:

¿Estoy buscando aprobación o estoy poniendo mi amor al servicio?

Si es lo segundo, ya has tocado la libertad de la que hablaba Llull. Y, como todo verdadero amor, ese gesto siempre deja una estela de luz, incluso en quien se atrevió a darla.

El Amigo buscó al Amado en todas partes, y no lo halló;
mas cuando volvió en sí mismo, halló al Amado dentro de sí.

-Ramon Llull

El amor como fuente de libertad...

Texto escrito por Melina Fernandez